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"OBSERVACIONES SOBRE LA ORGANIZACIÓN Y DESORGANIZACIÓN DE LA SIMBIOSIS MATERNO-FILIAL Y LA TRANSMISIÓN TRANSGENERACIONAL EN LAS INTERACCIONES PRECOCES"

A través de la observación de casos de bebés y sus familias, se deducen ciertas carcterísticas sobre la organización del proceso simbiótico materno-filial. En la pareja inicial, el papel totalmente activo le corresponde al simbiote materno, cuya dependencia es relativa, puesto que su integridad persistirá, ya sea que mantenga o no la simbiosis. Contrariamente, el lactante necesita indispensablemente la integración con el simbiote materno para subsistir, como dice Rascovsky.
Es preciso considerar que la participación del simbiote infantil está casi innatamente predeterminada y después constituye una respuesta a las actitudes, estímulos y reacciones del ambiente, representado esencialmente por la madre. Por el contrario, la participación del simbiote materno está multicondicionada por diversos factores, tanto hereditarios como históricos y actuales. Los factores innatos que involucran al instinto maternal tienden a manifestarse en función de la colaboración y permisibilidad concedida por los factores históricos y actuales que actúan posteriormente.
Según Rascovsky, los comportamientos experimentados pasivamente por la madre durante su historia infantil, los aleccionamientos e identificaciones que recibió de su propia madre y figuras ideales del Yo, marcan una de las características instintivas más sobresalientes de su actitud en la simbiosis con su propio hijo; más los factores actuales, entre los que predominan sus relaciones afectivas actuales, integrando una sumación de factores fundamentales.
No obstante, las características instintivas innatas mantienen una constancia y una fuerza que les permite resurgir cuando no se levantan en su contra excesivas distorsiones e inhibiciones marcadas por el proceso cultural.
La simbiosis implica, desde el ángulo de la madre, una profunda retracción libidinosa y de los intereses colocados sobre el mundo exterior a favor de una reorientación afectiva ubicada ahora sobre el hijo. Esta posibilidad se cumple si la receptividad de la relación materno-filial ha sido preservada por la madre y por el ambiente .