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OBSERVACIONES SOBRE LA ORGANIZACIÓN Y DESORGANIZACION
DE LA SIMBIOSIS MATERNO-FILIAL


Las observaciones están basadas:
a) En datos proporcionados por madres bajo tratamiento psicoanalítico durante sus procesos de fecundación, gestación, parto, puerperio y crianza posterior del hijo.
b) En mujeres que aportaron al tratamiento psicoanalítico sus experiencias vividas anteriormente.
c) En la transferencia de regresiones arcaicas, tanto en mujeres como en hombres.
En la observación directa de madres e hijos en condiciones de gestación, parto y puerperio; se siguió la evolución materno-filial hasta los cuatro años de edad del hijo. Las observaciones se refieren a las fases autista, simbiótica y de individuación-separación de la mutualidad materno-filial (Mahler, Winnicott) y a los factores que la perturban.
La organización plena del proceso simbiótico hace posible la identificación masiva inicial del hijo con las características esenciales de la condición materna y en ese proceso fundamentalmente incorporativo y materializado por la amamantación, se instituye la "confianza básica" de Erikson, la "confiabilidad" de Winnicott, la "simbiosis emocional" de Therese Benedek, etc. los afectos se organizan desde tal principio, comenzando así el mecanismo de comunicación con el otro, que se inicia considerándole como siendo parte de uno mismo.
El primer proceso evolutivo posnatal que experimenta el niño subjetivamente consiste en el pasaje desde la fase autista normal a la fase simbiótica. La fase autista, llamada autismo primario normal, ha sido posible por la existencia constante y suficiente del suministro umbilical, cuyo origen externo (materno) es desconocido para el feto, entre otras razones por la falta de inervación del cordón umbilical, lo que mantiene al feto en un sistema monádico cerrado.
La estructuración de la simbiosis requiere una intensa y permanente presencia, receptividad y continuidad en el estímulo y contacto mutuo ejercida esencialmente por el componente activo del par: la madre.
Con la incorporación del padre a la sexualidad de la madre y a la constelación afectiva del hijo, mientras se consolida la simbiosis, se inician los primeros esbozos en el subsiguiente proceso de separación-individuación. Es el padre quien introduce la primera "cuña" separatoria haciéndose cargo de la genitalidad de la madre y desexualizando la previa relación erótica materno-filial. La falta de esta interrelación simbólica, genitaliza la relación materno-filial con graves consecuencias para todo el desarrollo ulterior de la relación objetal.