Dr.
Carlos Mario Aslan
METAPSICOLOGIA
DEL DUELO
Existen dos posibles
etimologías de la palabra duelo. Una deriva del latín
tardío (a. 1140) dôlus, "dolor". Otra del
latín duellum, significa "combate entre dos" y
también "guerra". Freud privilegió la primera
y esto, como señaló Lagache (1956) lo llevó a concebir
el duelo como un proceso que consistía en
"desprenderse de un objeto de amor sobre el cual los
actos de amor ya no pueden efectuarse más". De mi
experiencia clínica este aspecto no es el más
importante de los dos. Es ciertamente el más consciente
pero existen manifestaciones claras que describe también
Lagache (1956) de que "...el muerto juega el papel
de una autoridad moral que está a favor de la muerte y
contra la vida...". Concuerda exactamente con la
formulación de Engel: "...durante este período el
sujeto se impone a sí mismo un decreto contra el placer
y el goce".
Es así que para Lagache el
sentido del trabajo del duelo: "...es la
destrucción de una autoridad moral que no permite
vivir". Y por lo tanto, en el trabajo de duelo
habrá que "matar al muerto". Desde otro punto
de vista aparentemente opuesta, pero creo profundamente
coincidente, Garma (1978) señalaba que en el proceso de
duelo, había que "dar vida al muerto".
Freud nunca actualizó
explícitamente "Duelo y Melancolía" (1915) a
la luz de sus ulteriores teorías, tales como la pulsión
de muerte, la hipótesis estructural del alma, y otras.
En lo que sigue propongo, utilizando dichas teorías y
algunos conceptos actuales derivados de ellas, una
descripción metapsicológica que creo se correlaciona
mejor y más adecuadamente con los hechos clínicos
observables.
Siendo tan diferentes las
ocasiones, los motivos, en fin, las infinitas variedades
del duelo que se presentan en la vida, voy a optar por
describir, a manera de paradigma, los procesos de duelo
que se producen a raíz de la muerte súbita de un ser
querido, en una persona razonablemente neurótica. Desde
ahí se deberán deducir los cambios cuanti y
cualitativos necesarios para cada caso en particular.
El escenario psíquico
previo a la pérdida
El Yo, el Ello, el Superyo y el
Ideal del Yo son las complejas estructuras psíquicas que
integran el aparato psíquico.
Por estructuras psíquicas debe
entenderse, contemporáneamente, que se tratan de
estructuras funcionales, esto es, que se reconocen y se
definen por sus funciones, su funcionamiento y no
son por lo tanto sitios, topos, tal como los términos
tópico, tópica, usados habitualmente, podrían dar a
entender. Una definición de Pulver, podría ser útil.
Dice: "Una estructura psíquica es
cualquier grupo organizado de contenidos y/o procesos
mutuamente relacionados que lleva a cabo una función
específica". Dentro de las macro-estructuras
recién citadas, encontramos sub-estructuras. Una
variedad de ellas son las representaciones de objetos.
Freud llamó representación de objeto al resultado de la
representación de cosa más la representación de
palabra, y tomó poco en cuenta las representaciones de
objeto resultante de la introyección (lo que otros
autores denominaron introyectos) creo que esto se debe a
que Freud no diferenció introyección (término que
tomó de Ferenczi) de identificación. No es este el
lugar de explayarme acerca de este tema. Sólo diré
entonces que representación de objeto es una estructura
compleja, complejidad que aumenta en tanto más
importante es el objeto externo, y que representa a éste
más o menos deformado por la subjetividad. En tanto
representan en el mundo interno los objetos externos los
denomino objetos internos. Los objetos externos son seres
vivos, ideativos, afectivos, relacionales y como tales
sus representaciones psíquicas también lo serán. Claro
que moldeados por la subjetividad de quien los percibe e
introyecta, de las circunstancias de ambos, etc.
Freud describió en una frase
"famosa" que en la melancolía (luego ampliado
al duelo) "la sombra del objeto ha caído sobre el
Yo". Fenichel se refirió a esto como "la
introyección patognomónica". Estos conceptos
implican que, antes de la pérdida o renuncia del objeto
éste no existía representado en el psiquismo. Este es
un concepto que ya no podemos aceptar. Postulo que el
objeto ya está representado, introyectado en el Yo, y
justamente sobre éste se va a desarrollar principalmente
el proceso del duelo.
Argumento. El proceso del
duelo
El drama comienza con la
renegación (Verleugnung) del hecho. ¡No!, ¡no
puede ser!, ¡no lo creo!, etc. Este estadío puede ser
más o menos largo, con períodos fugaces de aceptación
y de renegación más intensos, coexistiendo a veces en
alternancias rápidas. Finalmente el criterio de realidad
se impone y el sujeto acepta la pérdida. ¿Qué sucede
entonces en el psiquismo?.
Dice Freud (1917) "...El
examen de la realidad ha mostrado que el objeto amado ya
no existe más y de él emana ahora la
exhortación de quitar toda libido de sus enlaces con
ese objeto. A ello se opone una comprensible
renuencia; universalmente se observa que el hombre no
abandona de buen grado una posición libidinal, ni aún
cuando su sustituto ya asoma. [...] Lo normal es que
prevalezca el acatamiento a la realidad. Pero la orden
que ésta imparte no puede cumplirse enseguida [...]
...y entre tanto la existencia del objeto perdido
continúa en lo psíquico" [las itálicas son
mías]. Por mi parte hago notar que "una
comprensible renuencia; universalmente se observa que el
hombre no abandona de buen grado una posición libidinal,
ni aún cuando un sustituto asoma" son descripciones
fenoménicas, no explicaciones psicoanalíticas de
procesos inconscientes.
Yo creo que el proceso es más
complicado que lo que dice Freud y que puedo dar una
descripción metapsicológica más precisa -a la luz de
los desarrollos actuales- y más adecuada a los hechos
clínicos y fenoménicos.
He aquí mi hipótesis: el Yo,
acatando su juicio que deriva del examen de la realidad,
retira sus investiduras libidinales del objeto interno
que representa al objeto externo perdido . Este retiro comienza de inmediato y
tiende rápidamente a hacerse masivo.
Se produciría entonces una
defusión, una desintrincación de la libido con la
pulsión de muerte, que llevaría a la desneutralización
de la pulsión de muerte en el objeto interno
representante del objeto perdido. (Aquí conceptualizo a
la pulsión de muerte como tendencia a deshacer las
estructuras complejas y llevarlas a un estado estructural
más simple, a la inercia, a lo inorgánico:
"...suponemos una pulsión de muerte, encargada de
reconducir al ser vivo orgánico al estado
inerte..." (Freud, S., 1923). Agregaría: sus
efectos se observan en las estructuras investidas de
pulsión de vida, y se manifiestan como conductas
autodestructivas y agresivas.
El objeto interno en cuestión
no permanecería meramente "sin vida" al serle
retiradas las investiduras libidinales, sino que, efecto
de la pulsión de muerte, sufriría un rápido proceso de
desorganización y destructividad. Esta hipótesis, que
planteé por primera vez en 1978, parecería similar a la
de Green según la cual la función de la pulsión de
muerte sería el retiro de la investidura libidinal significativa
de un objeto interno. Para mí este retiro debe
completarse con las nociones de desneutralización o
desintrincación de la pulsión de vida de la pulsión de
muerte, liberando el accionar más o menos puro de la
(auto)destructividad de la pulsión de muerte. De no ser
así no veríamos las intensas manifestaciones
persecutorias observadas comúnmente en los duelos y
también de aquellas que según Green "está más
allá del displacer: el desvalimiento, la desdicha,
etc.". Pienso que si el proceso sólo consistiría
en que a un objeto se le retira su investidura
significativa, meramente dejaría de existir
psíquicamente, se borraría del psiquismo.
Estos procesos que estoy
describiendo representan una situación de peligro para
el Yo que contiene este objeto "muerto",
activamente autodestructivo y amenazador. El Yo produce
ante esta situación de peligro intenso su angustia
señal y moviliza sus defensas. Creo que la defensa más
importante es la recarga erótica, libidinal, masiva del
representante interno del objeto externo desaparecido, en
una tentativa de volver a investir libidinalmente el
objeto interno "muerto" y neutralizar la
pulsión de muerte en él. Esta defensa es del tipo que
Freud (1920) describe en "Más allá del principio
del placer" cuando se produce una ruptura en el
aparato amortiguador de estímulos: "De todas partes
es movilizada la energía de investiduras a fin de crear,
en el entorno del punto de intrusión, una investidura
energética de nivel correspondiente. Se produce una
enorme contrainvestidura..., etc.".
Dado que todos estos procesos no
ocurren de modo sucesivamente ordenado, es difícil
describir exactamente su correspondencia con estados
anímicos del sujeto. Pero diré que a la defensa de
renegación (Verleugnung) inicial corresponde los
¡No!, ¡no lo creo!, etc.. Al retiro masivo de las
investiduras libidinales, con la liberación de la
pulsión de muerte, corresponde el estado de estupor,
shock, inmovilidad y desconexión. Postulo que
corresponde con una transitoria identificación con el
muerto, también expresada por los deseos y/o ideas de
morir con o como él. También puede presentarse en esta
etapa una aguda sensación de dolor psíquico y angustia
y/o una sensación de vacío doloroso.
Con el comienzo de las defensas
contra este peligro interno descripto más arriba
(verdadero "agujero negro" del Yo) aparece el temor
a la muerte (el temor a la identificación excesiva).
Esta situación había sido
descripta de un modo parecido en "Duelo y
melancolía", aunque en esa obra Freud pretendía
que eso sucediera solamente en la melancolía y no en el
duelo normal, lo que es obviamente erróneo. Decía Freud
(1917[1915]): "El complejo melancólico se comporta
como una herida abierta, atrae hacia sí desde todas
partes energías de investidura (que en las neurosis de
transferencia hemos llamado
contrainvestiduras) y vacía al Yo hasta su
empobrecimiento total". Percibimos una sutil
diferencia: en esta formulación es el "complejo
melancólico" que "se comporta como una herida
abierta" que atrae hacia sí energías de
investidura. En la hipótesis que he planteado, es el Yo
(o el Self, etc.) quien envía contrainvestiduras
defensivas. (Concuerdo aquí con lo que Freud describe
para la ruptura traumática del aparato amortiguador de
estímulos). En realidad creo que la diferencia proviene
de si se atiende en primer término la experiencia
subjetiva o la descripción metapsicológica. Creo que desde
la metapsicología las cosas son tal como las he
descripto, tanto en el duelo como en la melancolía.
Desde la experiencia del sujeto en duelo, se
tiende a experimentar las cosas tales como las describe
Freud (es el "complejo melancólico" que atrae
hacia sí, etc.). Eso me ha llevado a describir la
sensación subjetiva del sujeto en duelo como si el
"objeto interno muerto" se comportara como un
"agujero negro" tal como los describen los
astrónomos. Esto se ve con mayor claridad cuando ya ha
empezado la defensa por contrainvestiduras eróticas.
Dos breves ejemplos: una
paciente en duelo agudo por la muerte reciente de una
figura paterna muy querida sueña: "Iba por un
pasillo en un hospital. Sergio estaba enfermo, internado.
De una habitación a oscuras se oía un timbre, como un
llamado. Me daba miedo. Seguí de largo".
Posteriormente asocia: "Tengo aquí en el pecho un
hoyo grandote por donde se van las cosas".
En el film "Gritos y
susurros" dirigida por Ingmar Bergman, una mujer
está velando a su hermana muerta. En un momento la
muerta se incorpora y agarra a la hermana viva, como
queriendo arrastrarla. La hermana viva horrorizada logra
escapar luego de breve lucha.
Finalmente la recarga masiva
libidinal del objeto produce que muy frecuentemente el
sujeto tenga su mente, sus pensamientos y sentimientos,
casi totalmente ocupados con y por el objeto perdido.
También, y en grado variable,
se van produciendo identificaciones parciales, algunas
transitorias y otras más perdurables, con el objeto
perdido, pero con la característica que son con aspectos
negativos del objeto: con sus falencias, sus defectos,
sus síntomas (o lo que el sujeto supone fueron los
síntomas del objeto). A estas identificaciones,
parciales o precoces, junto a las más masivas descriptas
anteriormente, las he denominado identificaciones
tanáticas (Aslan, 1978a). Otra manifestación de
estas identificaciones tanáticas son las vestimentas de
luto. El blanco, el morado, el negro son colores de duelo
en diversas culturas y reflejan la identificación con la
palidez, la cianosis, la corrupción corporal del muerto.
Hasta ahora he descripto
situaciones, ideas y aspectos predominantemente
persecutorios. Debo nombrar también las muy
importantes reacciones realistas y racionales frente a la
pérdida: tristeza, dolor, angustia, desamparo,
soledad. El llorar es típico de estos estados e implica
el alivio de una necesidad interna, un cierto grado de
regresión y también una comunicación hacia los demás
(Engel, 1962).
Un corte sincrónico del
proceso
Si ahora volvemos a nuestra
indagación metapsicológica, e imaginamos el estado en
un corte sincrónico del objeto interno sede del proceso
de duelo nos encontraremos con un aspecto heterogéneo.
Para hacer una descripción esquemática:
- Partes del objeto han
sufrido un proceso de mayor internalización,
transformándose en identificaciones (mayormente
"tanáticas"). Quizá esto sería lo
que actualmente se podría conceptualizar como
"la sombra del objeto ha caído sobre el
Yo", como dijera Freud.
-
- Otras partes del objeto,
como consecuencia tanto de la sobreinvestidura
libidinal como de la represión de ideas acerca
de aspectos negativos o indeseables del objeto
ahora desaparecido ("de mortuis nil nisi
bonum") sufren una idealización del mismo.
La idealización lleva a la creación de una
cierta "distancia" respecto del objeto
que facilitará en un primer momento el
desprendimiento de él.
Estos aspectos idealizados
actuarían también como contracarga a la acción de:
- Las partes más destruidas
y destructivas cargadas de agresión hacia el
sujeto en duelo. Recordemos a Freud (1913) en
"Totem y tabú": "Esta teoría [la
del tabú de los muertos] se basa en una
suposición tan extraordinaria que a primera
vista parece increíble: la suposición que un
pariente amorosamente querido se transforma, en
el momento de su muerte, en un demonio, del cual
sus sobrevivientes no pueden esperar nada como no
sea hostilidad y contra cuyos malignos deseos
tienen que protegerse con todos los medios
posibles". Aquí se ha sumado el mecanismo
de proyección y la persecución es sentida desde
afuera, a veces alucinatoriamente.
- A mi criterio, este
accionar del objeto (o de partes de él cuando
dominan el cuadro), corresponden a los descriptos
por W. Baranger (1961) como "objeto
muerto-vivo".
- Ya han sido mencionados
aspectos como la tristeza, angustia, añoranza y
otras variedades de dolor psíquico, provocadas
por el reconocimiento racional y la conciencia
del significado de la pérdida, efectuadas por la
parte más madura del Yo. También es lícito
comparar la brecha abierta en el alma, por este
complejo proceso que hemos descripto, con una
herida en el cuerpo. Y así como éste reacciona
con dolor (físico), aquella reacciona con dolor
(psíquico).
- Esto es importante porque
viene a completar (o a suplantar) la hipótesis
de Freud sobre la génesis del dolor en el duelo.
En efecto, en la Addenda C de "Inhibición,
síntoma y angustia" (A.E., XX, 1925) Freud
plantea -tentativamente, es cierto- que la
acumulación excesiva de catexis imposibles de
descargar en el objeto faltante
("investiduras de nostalgia") serían
la causa del dolor psíquico. Esta es la misma
argumentación usada por Pollock para explicar el
síntoma de la ocupación de la mente del
individuo en duelo agudo con pensamientos y
afectos acerca del objeto perdido.
- Los autorreproches típicos
de la melancolía, y también del duelo, han sido
atribuidos por Freud a los reproches -conscientes
e inconscientes- dirigidos antes al objeto
externo y ahora al mismo objeto, pero
"introyectado" en el Yo. Luego Abraham
describió la "introyección" en el
Superyo, lo que reflejaba la observación que los
autorreproches también eran reproches del objeto
al sujeto. La preexistencia y permanencia en la
literatura psicoanalítica de una concepción
topográfica, en vez de funcionamientos, ha dado
origen a innumerables discusiones sin fin ni
solución sobre qué objetos introyectados
"iban" al Yo o al Superyo, en qué
condiciones, etc., etc.. La concepción que ha
planteado al principio, del carácter funcional
de las estructuras psíquicas (i.e. el tipo y
calidad de funcionamiento definen una estructura
psíquica y no al revés) termina con ese falso
problema. Un objeto interno o una identificación
pueden funcionar como (y no está en) el
Yo o como Superyo. Un ejemplo banal y
esquemático podrá aclarar la cuestión: si un
viudo intenta tener una relación sexual y
reacciona con impotencia, podemos suponer:
- El objeto interno esposa
muerta puede reprocharle su conducta
calificándola de infiel, o él mismo (si ese
objeto ha sufrido un mayor grado de
internalización y ha devenido una
identificación) puede auto-reprochárselo.
-
- Si su Yo está identificado
con la mujer muerta, puede ni siquiera sentir
deseos, "está muerto" para la
sexualidad y el deseo, y/o también lo están sus
genitales.
-
- Lo que es más frecuente
una combinación de ambos.
Vemos claramente en este ejemplo
la actuación persecutoria del objeto interno (y/o la
identificación con él), y al mismo tiempo una
importante génesis de los autorreproches y reproches.
Diacronía. Evolución del
duelo.
En una evolución favorable del
duelo, i.e., hasta su resolución, la presunción básica
es que el continuado aporte de investiduras libidinales
va produciendo esta evolución. De qué modo íntimo se
produce ésto, no lo sabemos. "No tenemos ninguna
comprensión fisiológica de los modos y medios con los
que puede realizarse esta doma (Bändigung) del
instinto de muerte por la libido. En lo que al campo
psicoanalítico de ideas se refiere, sólo podemos asumir
que tiene lugar una muy extensa fusión y amalgama, en
variadas proporciones, de las dos clases de instintos...,
etc." (Freud, 1924).
En una evolución favorable de
un duelo, en general pasa lo siguiente:
- Las identificaciones
"tanáticas" van cambiando hacia
identificaciones más eróticas, esto es, con
rasgos más positivos, con los logros y con los
ideales del objeto perdido.
-
- Las partes más
persecutorias del objeto (objetos internos
persecutorios: "objeto muerto-vivo")
van disminuyendo y/o perdiendo su carácter
persecutorio.
-
- Los afectos dolorosos
evolucionan de una preocupación predominante por
el sujeto en duelo (dolor psíquico, angustias,
miedo) hacia una preocupación predominante por
el objeto perdido (tristeza, aflicción, pena,
nostalgia), y luego se atenúan o desaparecen.
-
- Los recuerdos se hacen más
realistas, totales y adecuados. Tiende a
desaparecer la idealización y aparece el ser
humano.
-
- El Yo al fin del proceso de
duelo queda enriquecido con identificaciones
positivas, y su libido disponible para nuevos
objetos. Cuando la dependencia (sometimiento?)
con el objeto perdido desaparece, el sujeto
deviene capaz de continuar su vida, con nuevas
relaciones, a menudo enriquecido por las
identificaciones "eróticas" con el
objeto perdido, siendo capaz de recordar, de modo
confortable y realista, tanto los placeres como
los sinsabores de la relación perdida.
Duelo patológico
Cualquier duelo que se detenga,
por razones internas o externas diversas, en cualquier
punto de su desarrollo, se constituye en un duelo
patológico. Sus manifestaciones clínicas -desde la
depresión estuporosa a la depresión leve (o a la
"infelicidad común")- dependerán de cada
particular combinación de los componentes descriptos
anteriormente. Se entiende que cuando más precoz es el
estadío en que el proceso se detiene, más grave será
el cuadro resultante.
Para finalizar quiero recordar
lo que Freud, anticipando su muerte, le vaticinaba
generosamente a Marie Bonaparte: "Y espero que
pronto se consolará usted de mi muerte y que me
permitirá seguir viviendo en su recuerdo amistoso -la
única clase de inmortalidad limitada que reconozco"
(Freud, 1937).
Resumen
Freud nunca actualizó
"Duelo y Melancolía" escrito en 1915, a la luz
de sus ulteriores teorías, tales como la de la pulsión
de muerte, la hipótesis estructural del alma, la
angustia señal, etc. En este trabajo, utilizando dichas
teorías, y algunos conceptos actuales derivados de
ellas, propongo una descripción metapsicológica que
creo se correlaciona mejor y más adecuadamente con los
hechos clínicos observables, tanto en el duelo normal
como en el duelo patológico. Muy esquemáticamente: la
representación psíquica del objeto externo perdido es
anterior a la pérdida de dicho objeto; por lo tanto no
existe la "introyección patognomónica". La
libido no se retira del objeto externo sino de su
representante psíquico, que por este hecho denominamos
objeto interno. Contrariamente a lo descripto por Freud,
postulo que el yo (representación del yo,
representación del self, etc., según el esquema
referencial) una vez aceptado su juicio de realidad que
le indica que el objeto se ha perdido, tiende a retirar
masivamente la libido del representante psíquico de
éste. Esto produciría una defusión instintiva, con una
liberación importante del efecto destructivo de la
pulsión de muerte así desneutralizada. Frente a esta
situación, el yo movilizaría sus defensas,
especialmente la recarga libidinal masiva del objeto
interno en cuestión. Todos estos movimientos descriptos
metapsicológicamente tienen su correlato clínico. El
proceso de duelo se jugaría entonces en el representante
psíquico del objeto perdido, compleja estructura yoica,
superyoica e ideal, con cualidades preconscientes e
inconscientes. El proceso de duelo es iniciado del modo
prototípico que he descripto más arriba, pasa por
diversas vicisitudes y alternativas que son descriptas en
el trabajo, hasta su terminación. Las diversas
modalidades del duelo patológico consistirían en la
detención del proceso en algunas de sus etapas.
BIBLIOGRAFIA
Abraham, K. (1924). Breve
estudio del desarrollo de la libido a la luz de los
trastornos mentales. En Psicoanálisis clínico.
Buenos Aires: Hormé, 1959.
Aslan, C.M. (1978a). Un aporte a
la metapsicología del duelo. Rev. de Psicoanálisis, XXXV,
1.
------------- (1978b).
Ritualización y fenomenología del duelo. Rev. de
Psicoanálisis, XXXV, 6.
------------- (1997). Tra la
vita e la morte. Metapsicologia del lutto.
Psicoanalisi I, 2
Aulagnier, P. (1981).
Conferencia de la Asociación Psicoanalítica Argentina.
Videocassette.
Baranger, W. (1961). El
muerto-vivo: estructura de los objetos en el duelo y los
estados depresivos. En Problemas del campo
psicoanalítico. Buenos Aires: Kargieman, 1969.
Engel, G.L. (1962). Psychological
Development in Health and Disease. Philadelphia and
London: Saunders, 1962.
Fenichel, O. Teoría
psicoanalítica de las neurosis. Buenos Aires: Nova,
1957.
Freud, S.: (1913). Totem y
tabú. Buenos Aires: Amorrortu, 1980.
----------- (1917[1915]). Duelo
y melancolía. A.E., XIV, 1979.
----------- (1920). Más
allá del principio del placer. A.E., XVIII, 1979.
----------- (1923). El Yo y
el Ello. A.E., XIX, 1980.
----------- (1926). Inhibición,
síntoma y angustia. A.E., XX, 1979.
----------- (1937). Carta a
Marie Bonaparte del 13-VIII-1937. En: Jones, E. The
Life and Work of Sigmund Freud. New York; Basic
Books, 1959.
----------- (1940[1938]). Esquema
del psicoanálisis. A.E., XXIII, 1980.
Garma, A. (1978). Comunicación
personal.
Green, A. (1984). Pulsión de
muerte, narcisismo negativo, función desobjetalizante.
En: La pulsión de muerte, Green, Ikonen, Laplanche,
Rechardt, Segal, Widlöcher, Yorke. Buenos Aires,
Amorrortu Editores, 1989.
Pollock, G. H. The mourning
Liberation Process. Vol. 1. International
Universities Press, Inc. Madison, Connecticut. 1989.
|