Dr.Osvaldo Bodni
VEJEZ Y TRANSMISION.REFLEXIONES PSICOANALITICAS
a Sigmund Freud ; a su amor por la vida.
...”Para asegurarme de que la especie humana me perpetuaría, en mi cabeza se convino que no habría de terminar. Apagarme en ella era nacer y tornarme infinito, pero si se emitía ante mí la hipótesis de que un día un cataclismo pudiese destruir el planeta, aunque fuese cincuenta mil años después me horrorizaba ; aun hoy, desencantado, no puedo pensar sin temor en el enfriamiento del sol ; que mis congéneres me olviden al día siguiente de mi muerte poco me importa, ; los visitaré mientras vivan, inasible, innominado, presente en cada uno como están en mi los millones y millones de muertos que ignoro y que preservo de la aniquilación ; pero si desaparece la humanidad, matará de verdad a los muertos.”
Jean Paul Sartre, 1964
I-Introducción
En una oportunidad escuchamos a Liberman hablar sobre los éxtasis del tiempo. Dijo entonces que en la vejez existía una atrofia del futuro...una alteración de la temporalidad que ponía en cuestión los objetivos del análisis. ¿podemos hablar de objetivos cuando casi no hay futuro? Con esta pregunta iniciamos varias de estas reflexiones.
En el “Porvenir de una Ilusión” Freud se refiere a la tentación humana de proyectar siempre un futuro utilizando para ello las distintas concepciones religiosas. Para esta futuración, el racionalismo científico y el agnosticismo religioso constituyen alternativas dolorosas de renuncia a una ilusión. (24)
Este trabajo, sin embargo, se apoya en formulaciones relacionadas con la influencia que representó para Freud la obra del biólogo August Weisman, pionero de la investigación cromosómica a fines del siglo XIX. El plasma germinativo representa un futuro inmortal, concepto que brindó a Freud una idea consistente para una trascendencia no religiosa del sujeto, como continuación de su tiempo singular.(19)(20)
Encontramos soporte para algunas ideas en propuestas de Freud, que en distintos momentos de su obra subraya la base biológica de las pulsiones, insistiendo en un núcleo instintivo del inconciente, (instinkt), “semejante al que se encuentra en los animales”. (26)(27) Propone en varios textos un núcleo del inconciente de carácter filogenético, a veces del tipo de las protofantasías, generadoras de desenlaces, y otras veces como matrices comportamentales, al modo de las emociones. En este trabajo presuponemos un carácter pulsional, con anclaje en lo genético, para una teoría de la transmisión transgeneracional que más allá de su activación en la paternidad, sigue jugando un papel definido en la vejez.
Sobre esta base elaboramos una hipótesis instrumental : para construir el lugar que se le da al sujeto singular como eslabón de una cadena generacional, con un impulso “instintivo” a la conservación de la especie, esta potencia debe expresarse con las propiedades de la pulsión. Así cabe ubicar dentro de las pulsiones de vida una pulsión parcial de transmisión(27), como complemento necesario de la pulsión de conservación de la especie(27), compartiendo su fuente energética más profunda en el plasma germinativo, con la capacidad de tomar el comando de la erogeneidad más allá de la genitalidad biológica.
La normalidad de la vejez se relaciona con esta posibilidad de procesamiento pulsional de la transmisión, meta que en la realidad de la vida no puede realizarse por obstáculos diversos. En nuestra tesis, la patogenización de lo que debería ser sólo una crisis de la vida se produce por la imposibilidad de transmitir una historia a otro, más joven, que la preservará del olvido. La angustia de castración está presente como temor a quedar fuera de la memoria de la especie, definitivamente ausente de los mitos; borrado del libro, como dice un viejo aforismo judío.
Este planteo representa varios problemas : ¿Cabe en el marco de la teoría pulsional?. ¿Cabe en la teoría general de la represión de la descarga pulsional ?. ¿ Cuál es el lugar del futuro en una teoría psicoanalítica del tiempo?. ¿La teoría de la castración es una teoría del olvido?
II-Una Viñeta Clínica
Cuando Juan Carlos llegó al consultorio parecía consumido. Llevaba la marca de todos los años del mundo en cada una de las arrugas de su rostro apergaminado. Pero sus ojos chispeaban con una luz de vida todavía potente, eran penetrantes y curiosos, y parecían preguntar : -¿qué tiene Ud. para mí ? - En realidad yo fui quién se hizo las preguntas : -¿qué tenía para él ?
Vivía solo, era viudo hacía seis años, tras 47 de matrimonio. -“Nos perdimos las de oro”, - agregó al contarlo. Se arreglaba con sus cosas cotidianas pero experimentaba una frecuente sensación de angustia y tristeza. Fue docente, y tenía siete nietos que antes de crecer tanto, a veces le hicieron recordar sus años de profesor .
Hablamos de muchas cosas, pero empecé a descubrir poco a poco lo esencial de su deseo. Juan Carlos quería transmitir más. Sentía que iba a irse con demasiadas cosas no dichas, y eso no podía ser. ¿ Quién iba a recoger su historia ? En Entre Ríos había tierras que recorrió de niño, había un cementerio con lápidas que llevaban su apellido, hasta una biblioteca tenía una placa que recordaba a su padre y nunca, en todos estos años, había llevado a un nieto a ver algo de ese mundo.
Juan Carlos sentía que se iba a ir sin haber dicho ni mostrado todo lo que quería, sin haber terminado su misión ; una historia iba a irse con él, había algo inmortal que dejaba de serlo. -¿es que había querido transmitirlo todo ?
Más allá de la sensación de omnipotencia que se desprende de esta imagen, la ilusión de la transmisión transgeneracional como una misión no concluida fue una observación frecuente, oculta o manifiesta, en gran parte de nuestros materiales. (El fenómeno de la tarea inconclusa fue estudiado entre otros por Bleger, como “efecto Zeigarnik”.)*
Me dijo que quería contarme de su vida en Entre Ríos...y a poco pasó a hablar de sus creencias, que no pasaban por los mitos religiosos. La muerte desde hace tiempo no era problema, se había amigado con ella. Pero sentía que en realidad la verdadera muerte era el olvido. - Uno podía seguir de algún modo en un recuerdo,...como la plaquita que le habían puesto a su padre...en la biblioteca pueblerina, no la del cementerio...eso era menos trascendente. Ser historia, estar en una historia, seguir un poco en cada uno....Pensé entonces que Juan Carlos hablaba de la castración, de límites, de las fronteras que la realidad imponía a su deseo de perdurar, de transmitir su historia a otros, de rescatarla de un olvido insoportable.
* Efecto de un comportamiento que no ha llegado a su meta y por lo tanto no ha reducido la tensión que lo puso en juego. Dicha tensión no se extingue y quedan sobreinvestidas las tareas que han quedado inconclusas. (8)
Pero Juan Carlos aceptaba la realidad, y eso le implicaba una estrategia : él seleccionaba siempre algo para mostrarme, una foto, una carta, un recuerdo. Con cada objeto venía un relato, que servía para sostener las identificaciones que transportaba. Me dijo que algún día alguien preguntaría por sus orígenes, y él esperaba que encontrara estas pequeñas historias.
Nos vimos durante un tiempo. Juan Carlos de alguna manera repasaba su vida, reelaboraba, resignificaba, hacía un balance que decía de sus ideales, de su amor por la vida, de cosas que había hecho y que quedaban. Y también de pequeñas cobardías, de las cosas que hubiera querido hacer, de las que ya sabía que no iba a hacer nunca. Un día me señaló que su sensación más dolorosa al principio de las entrevistas era la de tareas no concluidas, y que se sentía ya en paz..... que pensaba mucho en la ecología, en como iba a seguir la vida de la gente,... me dejó al irse una sonrisa y una sensación de sabiduría, que me hizo recordar a Kohut. Pensé que él sabía que esa era una herencia valiosa, y que los suyos también la valorarían.(30)
III- Transmisión y Teoría Pulsional
En el psicoanálisis la transmisión es un tema teórico de peso desde su nacimiento, en un momento inclusive anterior a la publicación de la Comunicación Preliminar. La monografía sobre La Afasia de 1891, constituyó un trabajo de investigación que ya poseía claves para el futuro corpus teórico psicoanalítico.(13) Y una de sus innovaciones fue precisamente afirmar que todas las afasias eran de conducción. Con este enunciado Freud se creó interrogantes de condición dinámica a los que debería responder más tarde con la teoría pulsional.
Pero además, debilitó el modelo del "aparato de proyecciones" de Meynert que requería una neurona para la "bezetzung" de cada concepto. En el Proyecto de Psicología Científica de 1895 Freud presentó una teoría de la memoria basada en que el destino de un registro mnémico depende de la conducción de cargas por un camino en el que las neuronas facilitan o deniegan el paso configurando "huellas". (15) La multiplicación de circuitos posibles entre los millones de neuronas "pasaderas" y "no pasaderas”, configura variaciones asociativas fijas cuyo número puede ser infinito. El modelo requiere la transmisión permanente de una cantidad, Q, en dos estados posibles: de circulación o descarga. Y por supuesto, con la teoría económica abrió paso a las hipótesis sobre la producción de variaciones patológicas de la magnitud total de cantidad circulante, tanto en el sentido de vaciamiento, como de estasis acumulativa o inundación traumática.
Un recorrido de Kaës por la obra de Freud lo lleva a encontrar el concepto de transmisión con cuatro términos distintos: Ubertragung, Vererbung, Erwerbung, y Erblichkeit. El primero designa tanto al transmitir como a la transferencia. El segundo remite a lo que se ha legado, el tercero a lo recibido por transmisión, y el último se utiliza para lo heredado. A partir de esta polisemia el autor propone una línea de investigación amplia de la que pretendemos abstraer algunos puntos.
En lo fundamental, el papel de los legados intersubjetivos en la constitución de los sujetos constituye el núcleo de sus investigaciones : aquellos son “...condición de existencia del sujeto humano”, “...estamos en la malla de sus discursos, de sus fantasías y de sus historias”(29). Si los sujetos nuevos advienen a esta malla es porque otros sujetos, más viejos, preparan discursos, cuentan historias y transfieren destrezas : estos son la prehistoria del futuro.-“...el sujeto del grupo deviene sujeto hablante y sujeto hablado”(29), afirma Kaës. ¿Valdrá la pena agregar como categoría empírica : “aquellos de quienes se continúa hablando” ?
El viejo es ante todo un sujeto histórico para otro, más joven, ante quién juega su ingreso, o la denegación del mismo, a un registro de perdurabilidad. La cultura que lo sucede distribuye los lugares y las insignias antes de despedirlo. En cada sujeto se representan conjugados los espacios intersubjetivos en los que circulan las tradiciones, los ideales, las prohibiciones, los enunciados identificatorios, los proyectos. A veces se percibe su transmisión en el gesto de un hijo o de un nieto, en la vocación, el talento o el gusto que dan cuenta de una filiación. Con frecuencia se invisten objetos, cargados de libido, que son portadores emblemáticos de historias familiares. En determinados momentos de la vida el destino de estos contenidos se encuentra en crisis, especialmente en la vejez, cuando el tiempo del futuro empieza a pertenecer con certeza a la sucesión generacional.
Para P. Legendre (1985) : “el fondo mismo de la transmisión en la humanidad, puesto en evidencia por las culturas más diversamente estilizadas es el acto de transmitir......una transmisión no se funda en un contenido, sino ante todo en el acto de transmitir”.(33)
En estas reflexiones parece imperativa y perentoria la necesidad de transmitir. Para Kaës : “ ...una necesidad tal es el resultado de exigencias pulsionales inconcientes, en las que prevalecen a veces las exigencias narcisistas de conservación y continuidad de la vida psíquica, a veces las del Ideal del Yo y del Superyo, más precisamente , la transmisión de las prohibiciones fundamentales. ...siempre aparece la necesidad de transferir-transmitir en otro aparato psíquico...”(29). El carácter pulsional que adjudica a la transmisión en esta cita está más allá de cualquier diferencia entre normalidad o patología.
La compleja memoria de la especie humana no cabe en el código genético, y es la única que para su conservación depende del pasaje activo de saberes, de los más viejos a los más jóvenes, mediante un lenguaje. La pulsión de conservación de la especie, integrada en Eros, tiene su objeto final en la estirpe que continúa al sujeto , y como meta la transmisión de la genética y la cultura.
Así como en las primeras etapas de la vida la erogeneidad está esencialmente vinculada a la receptividad y a la construcción del sujeto singular, posteriormente toma el comando la necesidad de transmitir. Este impulso organiza la erogeneidad en función de la sucesión del sujeto, y con este proyecto, dentro de la estructura de los ideales, empieza a producirse una escisión entre la autoconservación de la vida y la perduración , representada por la supervivencia del grupo conservador de la memoria.
Es en 1914, en “Introducción del Narcisismo”(19), cuando Freud hace su primera referencia al plasma germinativo, la teoría de August Weisman : “...podría tratarse de una energía psíquica indiferente, que únicamente por el acto de la investidura de objeto se convirtiese en libido....pero ...esta división conceptual responde al distingo popular tan corriente entre hambre y amor. En segundo lugar consideraciones biológicas abogan en su favor. El individuo lleva realmente una existencia doble, en cuanto es fin para sí mismo y eslabón dentro de una cadena de la cual es tributario contra su voluntad o, al menos, sin que medie esta. El tiene a la sexualidad por uno de sus propósitos, mientras que otra consideración lo muestra como mero apéndice de su plasma germinal, a cuya disposición pone sus fuerzas a cambio de un premio de placer; es el portador mortal de una sustancia- quizás- inmortal, como un mayorazgo no es sino el derecho habiente temporario de una institución que lo sobrevive.
El interés verdaderamente interdisciplinario de Freud por conservar la articulación biológica de sus descubrimientos se manifiesta con claridad unas frases más adelante: “...quiero confesar en este lugar de manera expresa que la hipótesis de unas pulsiones sexuales y yoicas separadas, y por lo tanto la teoría de la líbido, descansa mínimamente en bases psicológicas, y en lo esencial tiene apoyo biológico.”
August Weisman fue un biólogo de gran prestigio en el siglo XIX y principios del XX. Uno de los más importantes darwinistas, desde su cátedra en Friburgo era conocido por su firme oposición a la hipótesis de Lamark de los caracteres adquiridos y por su propia teoría del “plasma germinativo”. Hoy es reconocido como uno de los fundadores de la ciencia genética. En “Mas Allá del Principio del Placer” el interés de Freud por su obra se muestra acrecentado, y lo vuelve a citar dedicando esta vez varias páginas a su discusión.(21)
Weisman elaboró una hipótesis según la cual las células germinales de los animales contenían “algo esencial para las especies, algo que debe ser cuidadosamente preservado y pasado de una generación a otra”. La teoría del “plasma germinativo” fue publicada por primera vez en 1886 y a grandes rasgos es todavía aceptada hoy en términos de cromosomas , genes, y ADN. Para el mecanicismo de la época la sustancialidad del plasma germinal residía en su composición química, y poco podía anticipar de su status de código o lenguaje. Weisman predijo la necesidad de alguna forma de división nuclear en la que cada núcleo hijo recibiera solo la mitad de la sustancia germinal ancestral contenida en el núcleo original. El descubrimiento de la meiosis probó la corrección de su tesis, y permitió que junto a otros investigadores, propusiera que el plasma germinativo se encontraba localizado en los cromosomas.
Dice Freud en 1920 : “ Reviste máximo interés para nosotros el tratamiento que ha recibido el tema de la duración de la vida y de la muerte de los organismos en los trabajos de A. Weisman (1882, 1884, 1892, entre otros). A este investigador se debe la diferenciación de la sustancia viva en una mitad mortal y otra inmortal . La mortal es el cuerpo en sentido estricto, el soma; sólo ella está sujeta a la muerte natural. Pero las células germinales son potentia ( en potencia) inmortales, en cuanto son capaces, bajo ciertas condiciones favorables, de desarrollarse en un nuevo individuo (dicho de otro modo : de rodearse con un nuevo soma).” “ Lo que nos cautiva aquí es la inesperada analogía con nuestra concepción, desarrollada por caminos tan diferentes.”(21)
Freud tampoco podía captar que la sustancialidad del plasma genético inmortal era un lenguaje . Tras definir la distinción entre las pulsiones de muerte y las sexuales, Freud señala que esto suena a un corolario dinámico de la teoría morfológica de Weisman, aunque agrega enseguida el desacuerdo sobre el tema de la muerte. Para Weisman se producía por causas internas de necesidad biológica, para él , en cambio, por la potencia externa al soma de una pulsión de retorno a lo inanimado.
En la teoría freudiana no existe una referencia taxativa a una pulsión de transmitir, pero es sugerente su presencia parcial dentro de las pulsiones de vida, en el contexto de las pulsiones de conservación de la especie(27), a partir de la ley general de inclusión del sujeto humano en la cultura que lo precede. La responsabilidad por conservar la cultura constituye una exigencia de trabajo para el psiquismo adulto, que se apuntala en el deseo de transferir a otro emblemas identificatorios, tradiciones, estrategias de comportamiento, destrezas instrumentales y productos de la creatividad. El impulso a historiar y encontrar un sucesor se constituye evolutivamente, a partir de una psique que en sus momentos iniciales fue puramente receptividad y aprendizaje.
Desde los escritos sociales y especialmente en la obra sobre Moisés, Freud parece proponer una memoria sostenida por el discurso circulante entre los miembros del conjunto, paralelamente a la que individualmente atesora cada uno de los sujetos. En este sentido la transmisión tiende a una conceptualización más dinámica, no sería el impulso al pasaje de información de unos depositarios a otros, ni aun teniendo en cuenta las vicisitudes de su transformación durante el proceso, sino la preservación de una información que solo está conservada en los programas colectivos de conservación mnémica , o sea en el proceso dinámico mismo.(18) (26)
Es llamativa la importancia que Freud le dió a la teoría del plasma inmortal, dado que se le atribuye con frecuencia una predilección por el pensamiento lamarkiano. Freud fue un tenaz buscador de hipótesis materiales reales, históricas, para servir de antecedente a un inconciente construido filogenéticamente. Encontró este pensamiento en otros autores, por ejemplo en Frazer, y en otros casos construyó sus propias teorías, como en el tema de la raíz egipcia del judaísmo.
Esta vocación interpretativa del “grano de verdad histórica”, deja lugar también a una especulación darwiniana : la supervivencia del más apto se aproxima a una supervivencia del mito más útil, en el proceso transformacional de los mitos en el transcurso de la evolución. La transmisión de la historia podría relacionarse fácilmente con su potencial adaptativo, en una posición darwiniana como la de Weisman. Por ejemplo, para la selección natural de un grupo o una especie, es más útil el acrecentamiento de destrezas por transmisión que intentar su invención en cada generación. Con este criterio la selección, o capacidad ecoetológica de supervivencia, está comprometida con la potencialidad de cada generación de transferir la cultura adquirida a la generación subsiguiente. No es ocioso destacar aquí el papel de transmisores por excelencia que todas las sociedades reservaron a los viejos.
IV-Transmisión y Castración
El descubrimiento del complejo de Edipo implicó para Freud el problema teórico de su resolución. Para contrarrestar económicamente la intensidad del deseo la fuerza opuesta en conflicto debía ser por lo menos de una potencia equivalente, sino mayor, en un balance energético como el que presenta el complejo de castración.
La teoría nos remite a la brutal amenaza que recae sobre el genital masculino, único accesible a ser una marca, y por lo tanto apto para desempeñar el papel simbólico de emblema de la perfección narcisista. Pero como esta perfección será resultante de la identificación primordial con el modelo, el ser del niño depende de su reconocimiento como réplica deseada de aquel. El modelo da cuenta de la existencia del niño cuando lo inviste con su deseo, y esto determina su sentimiento de sí. Coexisten el juicio de existencia y el de atribución.
Perder el emblema narcisista es perder el “ser”, la amenaza conduce a una contradicción insalvable entre la renuncia al objeto y la renuncia al sentimiento de sí, desarrollo de afecto que remite a las pulsiones yoicas como sustrato. Y que es por supuesto la contrapartida del sentimiento insoportable de no ser. Entonces la resolución del Edipo es por sobre todo una concesión a esta amenaza dirigida al núcleo narcisista de la identidad, una decisión por el “ser” renunciando al “tener”.(6) Poca duda cabe sobre el destino trascendente , pero esencialmente simbólico, que Freud adjudica al órgano sexual masculino.
Es un fuerte lugar teórico el del genital, órgano telescópico y externo, que es el símbolo narcisista por excelencia y al mismo tiempo está tan fuera de la economía volitiva de la motricidad general. En la etapa del más importante desarrollo de las destrezas, se manifiesta sin orden, sin sometimiento motriz, respondiendo de pronto a la excitación por el tocamiento o la imaginación. En muchos pacientes es imprevisible en su erogeneidad, exacerbada su atención a la autonomía de las erecciones , con un extraño status de “otro” erógeno en el cuerpo . Contrastando con estos pacientes en los que la amenaza de castración o su equivalente imaginario es tan evidente, existen otros en los que la fantasía adquiere otras formas. El tema del desplazamiento a otros órganos, por ejemplo los ojos de Edipo, ha sido minuciosamente trabajado de distintas maneras. Pero el énfasis de Freud por resituar el pene como sede del complejo fue insistente, sobre todo como marca de la diferencia sexual anatómica que aparece de una manera muy taxativa en las citas de 1923 al pié del caso Juanito. (16)
“ La doctrina del complejo de castración ha experimentado después un ulterior desarrollo por las contribuciones de Lou Andreas, A.Starke, F.Alexander y otros”....”cada retiro del pecho materno.....la regular deposición de las heces,....y hasta el acto mismo del nacimiento,...” “.Aun admitiendo todas esas raíces del complejo, yo he planteado la demanda de que el nombre de complejo de castración se limite a las excitaciones y afectos enlazados con la pérdida del pene.”(...)“....Por tener noticia de un genital solamente, el masculino; a diferencia del futuro período de la madurez, no hay aquí un primado genital, sino un primado del falo.”
El pene es entonces 1) emblema narcisista 2) marca de la diferencia sexual anatómica; 3) marca de la diferencia con la motricidad general; 4) remanente imaginario de la incoordinación muscular y marca de la diferencia con la coordinación motriz total atribuida al modelo 5) En el caso Juanito Freud señala que para el niño también era señal de diferencia entre lo vivo y lo inerte: “ ...ha adquirido la tesis universal de que todo ser animado, por oposición a lo inanimado, posee un hace pipí;...”
La procreación, y por ende la transmisión del plasma germinativo, presenta un lugar de menor relieve frente a estas funciones que Freud necesita demostrar. El fantasma universal de la castración se apoya en toda su magnitud en su valor simbólico, como una posesión cuya pérdida implicaría un cambio insoportable de categoría diferencial. Ahora bien , ¿qué lugar teórico ocupa la castración no simbólica, material, la que en los diccionarios es definida como mutilación en la capacidad de procrear?
V- Castración y Linaje
Freud señala con énfasis que el ello no puede tener noticia alguna de la muerte, cabe agregar que tampoco puede tenerla de una intrascendencia del plasma germinativo. Desde la teoría del inconciente filogenético no hay lugar alguno para registrar ni regresos de la muerte ni retoños de la esterilidad. Ni retorno ni herencia. Sin embargo ambas categorías presuponen la angustia insoportable de una desaparición, sea del sujeto , sea de su estirpe. Y no es acaso de esta castración de la que habla Freud en su análisis de Macbeth, cuando éste sabe por la profecía que no va a ser fundador de un linaje? La culpa corta la cadena generacional y provoca un cataclismo de la transmisión. (20)
Dice Freud: “Macbeth se subleva contra este veredicto del destino, no se conforma con satisfacer su propia ambición, quiere ser el fundador de una dinastía y no haber asesinado para beneficio de unos extraños. Se descuida este punto cuando solo se quiere discernir en la pieza de Shakespeare la tragedia de la ambición. Resulta claro que , como Macbeth no puede vivir eternamente , no le queda más que un camino para desvirtuar la parte de la profecía que le es desfavorable, a saber, tener él mismo hijos que puedan sucederle.”(20)
Tras el análisis de Macbeth, Freud encara otro ejemplo de carácter que fracasa al triunfar , Rosmerholm, de Ibsen. La esposa del protagonista, enfermiza y sin hijos, es fácilmente inducida al suicidio por Rebeca, librepensadora hija de una comadrona.: “Como al descuido le deja en las manos un libro médico donde se indica que el fin del matrimonio es tener hijos....”.(20)
Antes ya había publicado Schreber ; éste, sin descendencia, fue también sin duda otro carácter de los que fracasan al triunfar. Enfermó al ser nombrado juez : ... “Su raza corría el riesgo de extinguirse, y parece que estaba bastante orgulloso de su linaje y su familia” (17)
En la literatura psicoanalítica es poco frecuente encontrar relacionadas la castración simbólica y la imposibilidad real de la procreación. En cuanto a las citas de Freud de la obra de Weisman, parecen cobrar su real relieve desde una perspectiva más biológica y menos metafórica que la de su lectura habitual. El plasma inmortal hoy remite al lenguaje genético, su composición química es universal, y es el soporte del código de cuya transmisión depende la supervivencia de cada especie. Todas las definiciones del fenómeno que llamamos vida enfatizan la capacidad del sistema de producir su propia réplica : desde el punto de vista económico no puede más que atribuirse para la castración biológica una investidura muy intensa.
Pero así como la herencia humana no puede reducirse al campo biológico, la teoría de la castración tampoco puede quedar en dicho esquema. La réplica humana terminada es culta, deviene solo tras una transmisión estructurante extensa, no biológica, pero comandada por la energía pulsional. La amenaza de castración se expresa también como amenaza de olvido y de intrascendencia generacional, como imposibilidad de transmisión de los emblemas identificatorios de los más viejos a los más jóvenes.
Piera Aulagnier sostiene la importancia del deseo de la madre de un hijo para el hijo. Este deseo materno forma parte de un proyecto identificatorio necesario y estructurante para el psiquismo del hijo, con el cual éste puede catectizar un futuro. Le otorga así una matriz simbólica de parentezco, en la que le es posible comprender su lugar de ocupante coyuntural de una función que pertenece a la especie, y que deberá transmitir. (3)
VI- Entre el doble y el semejante. Antepasado y sucesor.
El enfoque que elegimos tiene algo de temible. No situamos al viejo al final de la vida sino al comienzo del futuro. Ese tercer éxtasis de la temporalidad nunca vivenciado, que no puede causar nada hasta pasar su haber sido, siempre tan lejano por definición. Pero he aquí que encontramos apoyo en que el futuro no es sino como proyecto, y entonces caemos en la cuenta de que estamos hablando aquí también de historia, de la historia de la construcción de proyectos de futuro, de la historia de proyectos identificatorios que alguien transmitirá a generaciones venideras. Kaës se pregunta si la preocupación por los orígenes no representa una fantasía de autoengendramiento. Señala que “el origen es precisamente lo que se nos evade...eso de lo que estamos irremediablemente ausentes”. Es cierto, pero también estamos ausentes del futuro.
Esta historia demuestra que la estructuración de la subjetividad presenta un doble origen: Nos estamos encontrando con un sujeto que es siempre fin para si mismo, y además eslabón de una cadena generacional. En este último sentido ha sido estructurado como receptor, ha debido apropiarse de los estandartes con los que construyó su identidad, y llegado el caso, debe transportar la herencia recibida hacia un destino nuevo más seguro. El viejo se convirtió ya hace mucho en “derecho habiente del mayorazgo”, en su momento aceptó como padre la plenitud de su función de transmitir los emblemas identificatorios, y ahora que hay poco tiempo es responsable de su entrega impostergable.
Desde la teoría, si en 1914, en “Introducción del Narcisismo”, es cuando el sujeto singular empieza a ser eslabón de una cadena, en 1921 en “Psicología de las Masas” es nudo de una red. Entre el modelo, el rival, el ayudante y el objeto, una información circula y se descarga, se modifica y enriquece, en un proceso de transformación constante y dinámica. Aunque la estasis es ajena a esta dimensión intersubjetiva de movimiento perpetuo, un aumento de la energía -Q- en circulación planteará al sistema problemas de orden económico.(15) Por ejemplo, procesos tóxico pulsionales seniles relacionados con la imposibilidad de descarga de una pulsión de transmisión.(35)
Pero precisamente en este sentido es necesario pensar en la transmisión desde una doble perspectiva, pues si bien su fin general es objetalizante, no está claro que siempre lo sea desde la singularidad de cada historia.
Cuando Freud explica el mecanismo de la desmentida señala su doble función defensiva, como instrumento del completamiento narcisista, negando la castración, y como soporte de una fantasía de inmortalidad. La pretensión omnipotente de transmitirlo todo es patente de una transmisión narcisista. Y su meta será entonces perpetuarse a partir de convertir al otro en un doble. Esta modalidad podría encuadrarse en el concepto que Piera Aulagnier llamó “deseo de alienar”. (3) Corresponde, además, reconocer aquí un predominio de la desmentida en un plano dual : Primero, para que el otro pueda ser soporte de una fantasía de inmortalidad propia, como defensa frente a la muerte. Segundo, para sostener una desmentida de la castración, con objetos identificatorios fetichizados, que permiten sostener la ilusión de una transmisión completa, sin fisuras. Se presenta con afirmaciones de certeza, y pretende transmitir saberes absolutos.
En cambio, la aceptación de los límites de la transmisión da cuenta de una modalidad objetalizante. El otro no será un doble, pues recibirá el trato del semejante . No permitirá sostener una ilusión de inmortalidad, pero sostendrá la permanencia de muchas identificaciones, no todas, pero las suficientes para el sentimiento de dejar un registro. Este caso, además, al contrario de las omnisciente seguridad del tipo narcisista, se interroga, resignifica su historia desde un balance, y transmite su experiencia como un conjunto de saberes que los sucesores pueden cuestionar y recrear.
VII-Contrato narcisista y desidentificación.
Piera Aulagnier designa como contrato narcisista un conjunto de leyes que regulan la trama sociocultural. Todas las instituciones, dice, presentan un rasgo característico que es el de poseer un discurso sobre la institución misma que garantiza su justificación y necesidad. La relación de los sujetos con el conjunto depende de la catectización de los enunciados de este fundamento. El sujeto adquiere enunciados, los repite, cree en ese discurso, se apropia de una historia y confía en una futuración.
El grupo social espera que el sujeto que adviene retome lo que enunciaba una voz que se ha apagado, que reemplace un elemento muerto y asegure la inmutabilidad del conjunto. Es un pacto: un miembro desaparecido, reconocido por el grupo, es transferido al nuevo sujeto que se compromete, a través de sus padrinos sociales, a repetir el mismo fragmento del discurso.
El conjunto ofrece el soporte necesario para que la libido narcisista de un sujeto que adviene se nutra con la libido narcisista de un sujeto que fue. El grupo reconoce que solo puede existir en función de la voz que circula.
Para Piera Aulagnier el contrato se instaura “gracias a la precatectización por parte del conjunto del infans como voz futura que ocupará el lugar que se le designa”. Desde el lugar de los designantes, aquellos que van a ser pasado, prehistoria, desaparición, es de donde emergen los enunciados básicos de este contrato. La autora agrega - “sin lograrlo nunca por completo el sujeto podrá establecer entonces una identidad entre posibilidad de perennidad del conjunto y deseo de perennidad del individuo; medido en relación con el tiempo del hombre, lo primero se presenta como realizable. Por ello, en la catectización del modelo ideal se nota la presencia primitiva de un deseo de inmortalidad ante el cual esta catectización se ofrece como sustituto”.
“El sujeto puede representarse así este tiempo venidero, en el que sabe que ya no tendrá cabida, como continuación de si mismo y de su obra, gracias a la ilusión de que una nueva voz volverá a dar vida a la mismidad de su propio discurso, que de esta manera podría escapar al irreversible veredicto del tiempo.” (3)
El abordaje psicoanalítico en la vejez debe tener en cuenta el rol de transmisor de identificaciones asumido por quien va a dejar el conjunto. En el ocaso pide garantías de ser reconocido como un enunciante de fundamentos, es decir, como el vehículo de discursos identificatorios básicos de los que es transporte, y que tiene la misión, ya impostergable, de transmitir. Pero en esta misión va a encontrar varias fuentes de limitaciones, que pueden producirle la dolorosa sensación de lo inconcluso:
1. Ningún enunciado podrá transportar la totalidad de los emblemas identificatorios. El narcisismo deberá renunciar a cualquier pretensión de transmitirlo todo. En este sentido la aceptación de este límite es la aceptación de la castración.
2. Aceptados los limites de la transmisión y la renuncia a la omnipotencia enunciativa, el discurso se presentará en fragmentos, que darán cuenta de una selección de lo posible. Pero aún así el conjunto demostrará al viejo que no puede absorber todo lo que este seleccionó. En este sentido la aceptación de este segundo límite es la resignación del parricidio, pues algo de su discurso va a ser asesinado. Para Piera Aulagnier en la constitución del complejo de Edipo nadie escapa a un deseo de asesinato de parte de su sucesor. Como el descubrimiento de este deseo moviliza los propios recuerdos de este anhelo, la muerte está presente de dos maneras: sabe que una vez como hijo fue deseante de una muerte, y ahora sabe como padre que alguien lo quiso matar. Así como al convertirse en padre atisbó en su hijo a Edipo deseando su muerte, en la vejez entrevé al que desea su silencio .
3. Los límites de lo transmisible en el emisor, y los límites del sucesor como receptor, crean una de las condiciones que Baranger, Goldstein y Zak de Goldstein describieron como desidentificaciones espontáneas, cuando un sujeto pierde aspectos importantes de su ideal del yo (5). En este caso, las identificaciones referidas a un rol de liderazgo generacional, quizá en su momento alienantes de este anciano de hoy, sustituidas a veces por otras más sanas, recreadas en una vocación de encuentro amigable con las nuevas generaciones .
4. Un plus de pérdida de matrices identificatorias grupales, de transporte, siempre entretejidas en la trama de las tradiciones y las historias mal contadas. El duelo por las identificaciones perdidas puede llevar a una anestesia afectiva paralizante en la que el anciano supone que no vale ya la pena el intento de transmitir. Esto remite a una rigidez mental en la que falla la capacidad de producir transformaciones en los recursos identificatorios de transporte. En este sentido Bion (7) distinguía entre la transmisión de objetos transformables y no transformables, y señalaba que los primeros constituyen en realidad la materia de que están hechas las herencias generacionales, mientras que los últimos se caracterizan por su función de atacar y destruir el “aparato de transformación” de la familia o del grupo. Así, en el abordaje de la vejez, creemos necesario distinguir entre el papel de transporte de identificaciones sanas y estructurantes, abiertas a la transformación creadora y otras, de construcción narcisista, que dan cuenta de un transmisor a la vez alienado y alienante.
VIII- Conclusiones
La literatura clínica es clara y abundante en cuanto a la descripción de tipos de vejez. Muchos autores han desarrollado tipologías y han trabajado el duelo por las pérdidas, la declinación de funciones, la pérdida de intereses, las consiguientes retracciones narcisistas, la regresión. Desde la interdisciplina encontramos valiosos aportes de la gerontología y de la psicología social, con estadísticas que demuestran la importancia de los problemas planteados.
En este trabajo hemos procurado seguir una línea de investigación que pensamos ampliar, con reflexiones sobre la relación entre el envejecimiento y algunos temas definidos , que pueden aportar al analista otro punto de vista. La propuesta es considerar en cada caso el impulso a la transmisión, prestando atención al efecto de tarea inconclusa. Tener presente la angustia de castración del anciano, interpretar su tensión por transmitir más, y ayudarlo a aceptar los límites de dicho deseo. La reactivación de las fantasías parricidas aparecerá en algún momento, y allí será útil contar con recursos teóricos para interpretar la furia del que no es escuchado.
Renunciar a la inmortalidad es dejar de lado una desmentida que se apoyó en la producción de un doble. Aceptar al sucesor como semejante es un paso decisivo en la ganancia de serenidad que procura el tratamiento. A cambio de la renuncia a lo imposible el viejo podrá percibir los signos recreados de su permanencia en el conjunto de la especie.
La interpretación acentuará las semblanzas de lo realizado, puntualizará el balance de cuantos enunciados fundacionales han sido escuchados a pesar de todo. Y el anciano reconocerá lo que avizora de su continuidad en los sucesores, de su inclusión en sus discursos y sus proyectos. Probablemente hablará de su trascendencia, del sentido de su tiempo, de no haber vivido en vano. Y, tal vez, reconocerá su señal impresa en el libro de la vida.
Bibliografía
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RESUMEN
La teoría de August Weisman sobre el plasma germinativo, interesó a Freud como base para el impulso a una trascendencia biológica y cultural del sujeto. La hipótesis sugiere ubicar dentro de Eros una pulsión parcial de transmisión cultural como complemento de la pulsión de conservación de la especie, con una capacidad creciente de tomar el comando de la erogeneidad con la progresión de la vida.
En una viñeta clínica se observa el efecto de tarea inconclusa, a partir del balance que un paciente anciano hace de su misión como enlace entre generaciones. La normalidad de la vejez se relaciona con la posibilidad de procesamiento de la pulsión de transmitir, y la patogenización con la dificultad para pasar una historia a otro más joven que la preservará del olvido. La angustia por quedar fuera de la historia de la especie se relaciona directamente con la angustia de castración.
Los límites de la transmisión, tanto en la capacidad enunciativa del anciano como en la aceptación del sucesor, crean las condiciones para la desidentificación del rol de liderazgo generacional, a lo que se agrega el duelo por las identificaciones perdidas en su proceso de transporte.