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LA FANTASIA INCONSCIENTE COMPARTIDA FAMILIAR DE ELABORACION TRANSGENERACIONAL

 REPETICION TRANSGENERACIONAL

ELABORACION TRANSGENERACIONAL[1]

Roberto Losso[2]

Ana Packciarz Losso[3]

 

La experiencia clínica ha llevado a muchos analistas a comprobar que ciertos síntomas que presen­tan los pacientes, no pueden comprenderse solamente a partir de la historia personal del sujeto que los porta. Su comprensión puede enriquecerse si se conside­ra al sujeto como eslabón de la cadena que lo precede y a la que pertenece, recono­cien­do la existencia de procesos de repetición ligados a las generacio­nes ante­rio­res.

El encuadre familiar, el empleo del genograma como recurso auxi­liar y la posibilidad de contar con la presencia de dos o más genera­ciones en el campo terapéutico, permite enriquecer nuestros conoci­mientos acerca de tales procesos.

Ya en 1910, al final de su estudio sobre Leonar­do, Freud se preguntaba: "¿No cabe escandalizarse por los resultados de una investiga­ción que concede a las contingencias de la constelación familiar  un influjo tan decisivo sobre el destino de un hombre? [...] Natu­ralmente es mortifi­cante pensar que un Dios justo, o una Provi­dencia benévola, no nos protejan mejor de tales influen­cias… ".

Parecía allí preocupado y algo contrariado por estas influencias (que más adelante califica de "mortificantes"), que marcan el destino de los sujetos más allá, no sólo de sus conciencias, sino de su genera­ción.  Más adelante, en 1912, dirá  que  "Ninguna generación es capaz de disimular a las que le siguen los aconteci­mientos psíquicos significativos".

Y poco más tarde, en 1914, introducirá la dimensión intergeneracional en su arsenal teóri­co:  “’his majesty the baby’ -nos dice- debe cum­plir los sue­ños, los irrea­liza­bles deseos de los padres". Deseos que contienen a su vez las representaciones provenientes de otras generaciones: lo constitucional, como "secuen­cias de vivencias de nuestros antepa­sados", y también la herencia de fantasías que prece­den al sujeto: las urphan­tasien o fantasías originarias, en cuanto fantasías transmitidas transgenera­cional­mente como producto de la experien­cia cultural, que corres­ponden a mitos universales; fantasías sobre los oríge­nes, compar­tidas por los sujetos de una cultura (Freud, 1916).

El sujeto aparece entonces siendo por un lado "para sí mismo su propio fin" (Freud, 1914c) y por otro, miembro de una cadena a la que está ligado desde antes de su exis­tencia como individuo.  Doble cadena en reali­dad: la de las genera­ciones y la de sus contem­po­rá­neos.

Pichon Rivière (1962-65) lo expresará con su metáfora de "la cruz": el individuo aparece en el entrecruza­mien­to de la rama vertical (cadena transge­nera­cio­nal) y la horizon­tal (cadena de los contem­porá­neos).

Por eso algunos han pensado que a las tres afrentas al narcisismo señaladas por Freud (1917), la del descubrimiento copernicano (la tierra no es el centro del Universo), la del darwiniano (el hombre es un animal más) y la del psicoanalítico (el  hombre no es totalmente dueño de sus actos, pues es gobernado por su propio inconsciente), se podría agregar una cuarta afrenta: el hombre no sólo es gobernado por su inconsciente, sino por el inconsciente de otros.

Piera Aulagnier (1975) retomará la afirmación freudiana de 1914  con su concepto de contra­to narci­sis­ta: el sujeto debe asegurar la conti­nuidad del linaje y del conjunto social, y para ello la familia y el grupo social deben investir narcisísti­camente al nuevo miembro,  asignándole  un lugar social, que le es signifi­cado como idea­les, valo­res, modos de lectura de la realidad, confor­me al mito familiar. El contrato narci­sista permi­te así la trans­mi­sión de lo cultu­ral, y lleva a que el sujeto tome un lugar y un sentido en las cadenas generaciona­les a las que pertene­ce.

El sujeto es, pues "narcisizado" desde su grupo familiar, pero también deberá ser un servidor que debe dar satisfacción a las necesidades narcisistas de su familia de origen.

El acuerdo inconscien­te establecido entre dos o más sujetos, según el cual ciertos conte­nidos deben ser someti­dos al destino de la repre­sión (y de otras defensas más “primitivas”), ha sido llamado por Kaës (1989) pacto denega­tivo. Pacto estructurante del  vínculo, pero  también con una función defensiva. La represión y las otras defensas son no solo defensas intrapsíquicas, sino “co-defensas”, establecidas por las necesidades estructurantes y/o  defensivas de los vínculos familiares de los que se depende. 

 

Modos de transmisión

Distinguimos, siguiendo a Kaës (1993b), tres modos de trans­mi­sión: intrapsíqui­ca, interpsíquica (o intersub­jetiva) y transpsí­quica.

En la trans­mi­sión intrapsíquica, exhaustivamente estudiada por Freud a partir de su teoría de los sueños, los contenidos psíquicos se transmi­ten desde lo incons­ciente hacia lo preconsciente o consciente, o bien  –siguiendo la segunda tópica- de una instan­cia psíquica a otra.   

 La transmi­sión interpsìquica (o intersub­jeti­va)  se origina en el grupo familiar, como trans­mi­sión intergene­ra­cio­nal. Por esta vía se transmiten las investiduras narcisis­tas en el contexto del contrato narcisista,  ideales, valores,  modalidades defensivas, mitos, experiencias de separación (la desilusión winnicottiana), los vínculos intersubjetivos que generan un espacio psíquico entre los sujetos y las identifica­ciones.  Desde Winni­cott (1971), conocemos la función de espejo de la madre (y de la fami­lia): normalmente la familia le va devol­viendo al niño la noción de ser él mismo, de reconocer y nom­brar sus afectos, sus estados de ánimo, sus deseos, etc. Esta es una transmi­sión estructu­ran­te, que implica el soporte del grupo familiar plurigeneracional.

Uno de nosotros ha denominado trófica (Losso, 1995) a esta modalidad de transmisión, en el sentido de que se trata de una transmisión “nutriente” estimulante del desarrollo, en la cual existe un trabajo psíquico de cada uno de los sujetos singulares, que reencuentra y recrea los elementos de su historia que le han sido transmitidos sin su conocimiento consciente. Esta transmisión implica que pueda darse curso a un proceso de elaboración transgeneracional, con elaboración de fantasías secunda­rias, lo que hace posible las sucesi­vas trans­formacio­nes de mandatos y legados de una genera­ción  a otra.

Los contenidos son incor­pora­dos al psiquis­mo de la nueva genera­ción, a través de  un proceso de elaboración transgeneracional. Se desarrolla un espacio (tran­sicio­nal) entre los sujetos, creándose así una historia (mítica) familiar, de la cual cada integrante podrá tomar los elementos necesarios para armar su propio mito.

     Pensamos que en la sociedad contemporánea existe una tendencia a una ausencia, o rechazo, de los ancla­jes a pautas cultura­les y fami­liares que provienen de otras genera­ciones. Hay un déficit de la transmisión trófica. Se tiende a minimi­zar la importancia de los legados trófi­cos, la tra­dición es devaluada, y los modelos despre­cia­dos, lo que altera la posibilidad de llevar a cabo los procesos de elaboración transgeneracional.  La cultura de lo instan­tá­neo, de la imagen, hace que preva­lezcan como modelos de imita­ción (Gaddi­ni, 1969) -no de identificación-, los perso­najes que adquieren noto­rie­dad a través de los medios masivos de comuni­cación. 

El mito de la "independencia" del indivi­duo como valor casi absolu­to, junto a la que uno de nosotros ha llamado "cultura de las "3 E" (eficien­cia, eficacia, econo­mía) (Losso, 1997), y la valora­ción de los indivi­duos por el grado de progreso material como cambio pasible de ser "medido objetivamen­te", ayudan a devaluar los orígenes y fomentar la fantasías de autoengendramiento y son antagónicos con los valores de la solidaridad y sentido de pertenen­cia al grupo, lo que perturbará los procesos de elaboración transgeneracional.

 En cuanto a la transmisión transpsí­quica, ésta está constituida por aquello que proviene directamente del psiquis­mo de otro o de otros exteriores al sujeto, y pertenecientes a otras generaciones (padres, abue­los, bisabuelos, personajes significativos de la mitología fami­liar), y que “atraviesa” la psique de  los sujetos.

En este nivel falta el espacio transi­cional que permite la transformación de los contenidos recibidos en elemen­tos propios, lo que impide que se pueda llevar a cabo el proceso de elaboración transgeneracional. La transmisión no se efectúa entre los sujetos sino a través de los mismos. Son conteni­dos "en bruto", casi sin procesamiento, lo que puede ser sentido por el receptor como "desvi­talización" o la presencia de algo extraño que aliena y que perturba. El espacio intersubjetivo queda severamente limitado. Lo que se transmite no es transformado; es pues una transmisión repetitiva.

Los padres tienen un imperativo de transmi­tir lo que no pueden elaborar (como ya lo señalara Freud), lo cual alude a sus carencias, fallas estructurales y exigencias narcisistas. Imperativo que obedece a una necesidad defensiva para mantener su propia vida psíquica. Entran en juego aquí las defensas transpersonales (Laing en Muir, 1983), aquéllas por las cuales los sujetos tratan de regular el mundo interno de los otros, actuando sobre la experiencia de esos otros, para poder conservar así su propio equilibrio psíquico. Esto implica que los sujetos son compelidos a cumplir demandas imposibles, que son en realidad demandas de los personajes míticos, quedando ligados a lealtades invisibles (Boszormenyi-Nagy y Spark, 1973).

La transmisión transpsíquica de mandatos narcisistas y experiencias traumáticas que no pudieron ser elaboradas por las generaciones precedentes implica una suerte de violencia transgeneracional que llevará a una repetición transgeneracional. En este caso no puede haber elaboración y sí en cambio repetición.

  Estos conteni­dos que se trasmiten casi inmodificados de una gene­ración a otra, quedan escindi­dos, in­corpo­rados, "enquista­dos", pero no pueden ser introyectados. Framo (1965) los ha denominado restos fósi­les, y A­braham y Torok (1978), fantasmas (fantômes) que habitan crip­tas.

 

La repetición transgeneracional

El concepto freudiano de compulsión a la repetición se refiere al mundo intrapsíquico. Pero desde el enfoque vincular podemos hablar de la existencia de una repetición transge­neracional (Losso, 1990), en cuanto repetición de fenómenos relacionados con situaciones traumáticas que no pudieron ser elabo­radas por las generaciones anteriores, repetición en la que está comprometido más de un sujeto.

Aclararemos que, cuando hablamos de repetición, nos referimos a una “cuasi-repetición”. Sabemos que en realidad nada se repite del todo, ya que no puede coagularse el tiempo. En toda repetición hay algo nuevo. Hay, podríamos decir, un intento –fallido- de elaboración.

 

La fantasía inconsciente familiar compartida de elaboración transgeneracional

La experiencia clínica nos muestra que muchas veces las familias que se encuentran en esta situación de repetición con imposibilidad de elaboración de situaciones traumáticas desarrollan una fantasía inconsciente familiar compartida de elaboración transgeneracional, que consiste en que si sucede determinado acontecimiento, éste permitirá la elaboración de lo que hasta ese momento no se había podido procesar. Desde ya que cuando esto acontece, la elaboración no se puede llevar a cabo y solo se dará una nueva repetición de lo traumático.

 

 En el caso siguiente mostraremos cómo la familia desarrolla la fantasía de que la muerte de uno de sus integrantes permitirá elaborar los duelos que hasta entonces habían estado impedidos.

 

La familia C

La familia C estaba  integrada por Norma (35 años), su esposo Eduardo (37), y sus dos hijas, Cristina (5) y Laura (2). Llegó a la consulta porque Cristina presentaba graves trastornos broncopulmonares con serio riesgo para su vida, los que, en dos oportunidades, habían requerido su inter­nación. El padre de Eduardo, quien era único hijo, había fallecido cuando éste tenía cinco años, y su abuelo se había suicidado arro­ján­do­se a las vías del tren. Su madre padecía de un cuadro depresivo crónico, y tenía en su haber un intento de suicidio, habiéndose arrojado a las vías del tren...subterrá­neo, del cual sobrevivió gracias a que se había colocado paralelamente a las vías entre los rieles. Eduardo se presentaba  como un obsesi­vo, con un fondo depresi­vo.

Norma, por su parte, tenía un hermano “desapa­recido" duran­te la época de la dictadura militar en la Argentina, pero ella y su familia negaban que pudiese haber muerto, a pesar de que habían transcurrido más de quince años desde su desaparición.

Durante las primeras etapas de la terapia familiar psicoanalítica, los analistas (trabajábamos en coterapia), sentíamos que la familia, pero en especial Cristina, nos transmitían una amenaza de aniquilamiento psíquico, de derrumbe, y de peligro (real) de muerte de Cristina, por lo cual nos encontrábamos en una situación de permanente alarma, con amenaza de que algo muy grave podía suceder. El contenido de las sesiones giraba alrededor de la enfermedad de Cristina, sus avatares, sus tratamientos, etcétera.

Pero a medida que Cristina mejoraba de su sintomatología, el clima en el campo comenzó a ser más “aburrido”: pasó a ser francamente depresivo. La depresión ocupaba el lugar de la angustia por la enfermedad de Cristina. La familia concurría con puntualidad a las sesiones, pero después nos parecía que “no pasaba nada”, como si viniesen “a perder el tiempo". Contratransferencialmente, sentíamos sensaciones de parálisis, futilidad, aburrimiento, y falta de esperanza.  Eduardo decía: “es todo inútil, pero es mejor no hablar, porque si hablamos, llegamos a un conflicto total, sin retorno”. “Conflicto total” significaba catástrofe, aniquilamiento, derrumbe, y finalmente lo único sin retorno es la muerte.  

  La consulta inicial había tenido relación con una amenaza de muerte: la pediatra nos había transmitido su preocupación por la sintomatología de Cristina, quien, decía, "expresaba la rabia, el malestar, la incomodidad" familiares; “es como si se estuviese suici­dan­do", agregaba. Cristina decía “que se iba a ir bajo la tierra” y comunicaba sueños donde ella y la madre eran capturadas por "mons­truos" que las martirizaban, arrancándoles el cabello, y otros en los que su madre moría pisada por un tren (señalemos que nunca se le había hablado de cómo había muerto su abuelo pater­no ni de los intentos de suicidio de la abuela, ni de la exis­tencia del tío desaparecido).    

La repetición transgeneracional se manifestaba en el campo a través de la “misión de muerte” con que era delegada Cristina, por las “cuentas pendientes” con las generaciones anteriores. El cuerpo de Cristina era el lugar de resonancia de los duelos no elaborados: sintetizaba todas las muertes. 

 La  fantasía inconsciente familiar compartida de elaboración transgeneracional de la familia C era que la muerte real de la paciente-síntoma, y la presencia concreta de un cadáver, permitiría la “elaboración” de todos los duelos que la familia no había logrado procesar a lo largo de por lo menos tres generaciones. Alguien debía morir.

 Estamos aquí frente a una repetición transgeneracional vincular. Tanto Eduardo como Norma portaban desde sus respectivas familias de origen, situaciones traumáticas originadas en duelos no elaborados.  La pareja se constituyó alrededor esos duelos y de una vivencia común, como una suerte de “compañeros de desgracia”, organizando entonces un vínculo “depresivo”, en el que la depresión compartida protegía de algún modo, del derrumbe (la amenaza de que hablaba Eduardo). Constituyeron así un vínculo organizado en una confusión entre la vida y la muerte, en el que la muerte estaba “suspendida” pero debía reaparecer en la generación siguiente.

"Un decir sepultado de un padre es en el niño un muer­to sin sepul­tura" (N. Abraham)

Después de haber analizado en el campo estas fantasías, la familia pudo comenzar a enfrentarse con el intenso dolor de los duelos no elaborados, y las delegaciones tanáticas de las generaciones anteriores. El poder desen­criptar y develar los fantasmas,"hacer circular" en el campo vincular terapéutico los secre­tos en­cripta­dos y dar sentido a los fenómenos de repetición, ayudó a todos y liberó a Cristina de la repetición y de su desti­no de muerte.

El enfoque familiar facili­ta, a partir de la presencia de dos o más genera­ciones en el campo vincular tera­péutico, el trabajo de develamien­to de lo escindido, de lo encrip­tado, que actúa desde las generacio­nes anteriores, a través de las repeticiones transgeneracionales, como expresión de las deudas simbólicas con esas generaciones. También puede ayudar a desli­gar a los sujetos de ese espacio psíquico indife­renciado, y construir en el campo, entre la familia y los terapeutas, un proceso de histo­riza­ción y de elaboración que permita diferen­ciar lo que fue trans­mi­tido sin procesa­miento, y lo que fue recibido y trans­formado por los propios sujetos.

 

RESUMEN:

Extendiendo el concepto freudiano de compulsión repetitiva, incorporamos el de repetición transgeneracional, en la que la repetición se produce, no a lo largo de la vida del sujeto, sino a través de las generaciones, constituyendo la modalidad de transmisión repetitiva. Desarrollamos también el concepto de la que hemos denominado transmisión trófica, necesaria para la constitución y desarrollo del aparato psíquico, que permite que se lleve a cabo un proceso de elaboración transgeneracional de los contenidos psíquicos, posibilitándose una modalidad de transmisión-elaboración. Describimos los obstáculos a este proceso en las familias “disfuncionales”, y planteamos la presencia en estas familias de una fantasía inconsciente familiar compartida de elaboración transgeneracional. 

En la familia C, Cristina, de 5 años, presentaba graves trastornos broncopulmonares con serio riesgo para su vida. Analizamos la repetición transgeneracional en la familia de contenidos tanáticos, con imposibilidad de elaboración de duelos en ambas familias de origen. La fantasía inconsciente familiar compartida de elaboración transgeneracional  era que la muerte real de la paciente-síntoma, y la presencia concreta de un cadáver, permitiría la “elaboración” de todos los duelos que la familia no había podido hacer a lo largo de por lo menos tres generaciones. Alguien debía morir.

 

SUMMARY

“Transgenerational repeating, transgenerational working-through and shared family unconscious working-through fantasy,” extends the Freudian concept of repetition compulsion, introducing the concept of transgenerational repetition: repetition is produced, not along the subject’s life, but through generations, constituting the repetitive transmission modality. We also develop the concept of trophic transgenerational transmission, necessary for constitution and development of the psychic apparatus, and understanding its role allows us to institute a process of transgenerational working-through of psychic contents, enabling a transmission-working-through modality. We describe the obstacles to this process in “dysfunctional” families, and state the presence of a shared family unconscious working-through fantasy in these families.

In the  C family, Cristina, 5 years old, suffered from severe bronchial and lung troubles which implied a serious risk for her life. The transgenerational repetition of tanathic contents in the family is analyzed, with an impossibility of working through of mourning in both families of origin. The shared family unconscious working-through fantasy was that a real death and the concrete presence of a corpse would “permit” the working-through of mourning the family had not been able to work-through for at least three generations. Someone had to die

 

RÉSUMÉ:

Amplifiant le concept  freudien de compulsion répétitive,nous incorporons celui de  répétition transgénérationnelle, où  la répétition se produit, non pas tout au long de la vie du sujet, mais  à travers les générations, constituant ainsi la modalité de transmission répétitive. Nous développons aussi le concept de ce que nous avons nommé  transmission trophique, necessaire pour  la constitution et le développement de l’appareil psychique, lequel permet que se mette en place un processus d’élaboration transgenerationnelle  des  contenus psychiques, possibilitant ainsi une modalité de transmission-élaboration. Nous décrivons les obstacles à ce processus dans les familles  “dysfonctionnelles”, et proposons dans cettes familles la présence d’une  fantaisíe inconsciente familiale partagée d’ élaboration transgénérationnelle. 

Dans la famille C, Cristina, 5 ans, présentait de graves troubles bronchopulmonaires avec de sérieux risque pour sa vie. On analyse la  répétition transgénérationnelle, dans la famille, de contenus tanathiques, avec une impossibilité d’élaboration de deuils dans les deux familles d’origine. La fantaisíe inconsciente familiale partagée d’ élaboration transgénérationnelle était que la mort réelle de la patiente-symptôme et la présence concrète d’un cadavre permettrait l’« élaboration » de tous les deuils que la famille n’avait pu faire au long de au moins trois générations.  Quelqu’un devait mourir  .

 

 

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[1] Presentado en el panel “Remembering, repeating and working through in Psychoanalytic Family Therapy”, 45º Congreso Psicoanalítico Internacional. Berlin, julio 2007

[2] Psiquiatra, psicoanalista, Miembro Titular Didacta,  APA e IPA, Profesor Consulto de Salud Mental y Psiquiatría, Facultad de Medicina, Universidad de Buenos Aires, Director de la Especialidad en Abordaje Psicoanalítico de la Familia y la Pareja  Asociación Psicoanalítica Argentina y Universidad CAECE. Secretario de Relaciones Internacionales de la Asociación  Internacional de Psicoanálisis de Pareja y Familia.  E mail rhlosso@intramed.net.ar

[3] Psicóloga, psicoanalista. Miembro Titular Didacta, APA e IPA; Profesor de Clínica de la Pareja y la Familia, Universidad John F. Kennedy. Email: aplosso@arnet.com.ar

 

 

 

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